martes, 3 de noviembre de 2009

Abatida

Y así quedé. Derrotada ante la corriente que no paro de empujarme a la otra orilla. Molida y casi sin aliento, y buscando razones, excusas e incluso aciertos de la decisión tomada. A decir verdad, puede ser que debí seguir tratando, que no debí bajar los brazos, pero lo sentí así. El corazón me pedía a gritos que lo dejara salir, que buscara airearlo, le diera nuevas esperanzas y nuevas alegrías.

Ese mar era demasiado hondo. Tenía todos los elementos necesarios. Tenía vida, tenía peligros, tenía gusto, tenía belleza, tenía pasadizos y momentos en que podías hallarlo en niveles bajos y en niveles altos. Tenía miedos, magia, alimento y creación.

Pero la alta marea no me dejaba respirar, no me daba fuerzas, me quitaba las ganas. De a poquito iba borrándose de mi mente, ese objetivo que tanto había planeado y que vos me incitabas a lograr. Buscaba encontrarte, buscaba lograr que vos, con tu barco pesquero me rescataras. Me sacaras de allí, me dieras un incentivo y juntos navegar al otro costado.

Busque y esperé. A lo lejos, podía visualizar tu barca pero mientras más se acercaba, más me alejaba, o no se bien, quizás la misma marea te devolvía a tierra. Lo que sé es que ya en la otra punta, y sin aliento mi corazón dejó de latir, me deje morir, nos deje morir y cuando algo termina, algo muere, es difícil volver a empezar, es difícil renacerlo y darle la vida que una vez tubo.

3 comentarios:

  1. Me encantó tu texto, el cierre sobre todo. Felicitaciones amiga.

    Un saludito cordial

    Un abrazo y hasta pronto querida.

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  2. Qué lindo relato!! Muy pero muy bonito. Difícil volver a empezar pero siempre se puede.
    Besitos.

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  3. Es precioso, la esperanza no hay que perderla nunca y siempre hay que remontar el vuelo querida princesa. Me encantó tu visita de nuevo. Un beso grande

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