sábado, 17 de octubre de 2009

Como toda nena con muñeca nueva me encontraba yo. Ese llamado que tanto espere durante días había llegado. Tantas horas de preocupación, tantas horas dedicadas a abrir y cerrar mi celular para ver si estaba tu nombre, eran indicios de que me estaba volviendo loca. Es que no entiendes, si nos pides el teléfono vamos a estar esperando que nos llames, que nos mandes un mensaje, algo.

Me preguntaste como andaba y nos pusimos a hablar un poco acerca de la semana. Llegado el momento procediste a invitarme a salir. Dicen que si un hombre te olvida durante la semana y te llama un viernes por la noche es que busca salir y nada más, entonces comencé a preocuparme por las verdaderas intenciones de tu llamada.

Sin pensarlo dos veces y con la sonrisa en la boca, me vestí; me puse el perfume que sabía tanto apreciabas al sentir y me maquille del modo más atractivo posible. Me sentía bella por momentos y por otros, mientras me miraba al espejo sentía que estaba muy mal. No importó salimos, tomamos unos tragos que me hicieron reír un poco de más y luego de un beso; me trajiste a casa.

Como loca, llame a mis amigas para contarles lo magnifica que había salido nuestra cita. Los cuentos que me había contado y hasta el gusto de los daikiris que me habían quitado un par de sonrisas. Me dormí pensando en VOS. Pensaba en tu camisa, en tu pelo y en cada palabra que habías pronunciada durante las dos horas en aquel bar.

Dos semanas pasaron y sigo esperando algo de ti. Estoy nuevamente esperando una señal de vida, una llamada a altas horas de la noche y no aparece. Me digo a mi misma, no deberías haber ido y nuevamente maldigo la cobardía de tantos hombres para lograr consolidar una relación estable. Insisto en que quisiera que maduren de una vez por todas y dejen de ilusionar a pobres víctimas que simplemente nos sentimos atraídas por esos cuerpos masculinos.

Pero lo que es peor, maldigo el volver a cometer nuevamente ese mismo error. Lamento seguir fijándome en vos y seguir confiando en que algún día quizás, querrás continuar la historia, llamarme todos los días y ya no solo invitarme un par de tragos, sino que también puedas animarte a quererme, a visitarme, y por sobre todas las cosas a DISFRUTARME.

1 comentario:

  1. Me imagino que la experiencia entra por el pellejo. Y tarde o temprano entendemos o nos enseñan las mismas personas. Después se quejan de ser víctimas cuando sus enseñanzas han valido.

    Te dejo un saludo cordial.

    Hasta pronto.

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